Estaba en mi casa en Bogotá, usando el computador grande del estudio. En Internet encontraba un artículo sobre la niña de mi curso que vivió en Bélgica. En él se revelaba que ella era Olavia Kite, y alababan su obra literaria. ¡Pero cómo, si la verdadera Olavia Kite era yo! Yo pensaba que nadie me había entrevistado, así que cómo iban a saber. No obstante, no estaba brava con la niña del malentendido, pues tenía la certeza de que ella no sabía de la existencia del artículo.


Llegaba a Nueva York y aparecía un hiphopero puertorriqueño que aseguraba que nos habíamos encontrado en 2008. No sé por qué le creía, tal vez por cortesía (como cuando a uno le dicen "¿te acuerdas de mí?" y uno "sí, sí" pero en realidad ni idea). El señor me acompañaba al barrio donde vivía Minori, me ayudaba con mi maleta de mano e intentaba besarme pero se arrepentía por ser casado. Yo pensaba en Cavorite.

Después de caminar mucho por calles llenas de casas de colores, llegábamos a nuestro destino y yo me daba cuenta de que mi maleta más grande no estaba por ninguna parte. Le preguntaba al puertorriqueño, quien me decía que se había quedado en el aeropuerto. Desesperada, intentaba devolverme, pero el hiphopero me decía que era peligrosísimo, y los buses que salían desde ahí solo iban a La Guardia (¡como los buses que salían del barrio de Minori de verdad!). Entonces de un edificio emergía Minori al haberme oído gritar y espantaba de algún modo al señor, llamándolo timador y no sé qué más. Me invitaba a pasar y me empezaba a regañar que por boba e ingenua.


"Why are women willing to live in a society that allows for them to be systematically abused?"


Primero fue un sueño erótico con Cavorite. Nada diferente de lo que se haría habitualmente.

Luego estaba en una librería gigantesca con mis padres, quienes me iban a comprar unos libros de Michael Ende. En la torrecita de libros escogidos estaban La historia interminable, Momo y uno desconocido. Al fin yo me decidía solo por el desconocido en vista de que los otros dos los tenía en Colombia, pero cuando lo iban a pagar no lo encontrábamos por ninguna parte. La cajera nos decía que esa era la única copia y yo me ponía triste. Les decía a mis papás "aaaaay, yo quiero un liiiiibro" haciendo pucheros.

Por último soñé algo relacionado con el colegio. No recuerdo casi nada, pero sé que la niña que se casó y se fue a Suiza me ofendía de alguna manera.


Soñé que al fin acomodaba el futón extra para volver a dormir sobre tres capas, como venía haciendo antes de que viniera Chee Siang a quedarse.

Después estaba en un aeropuerto; iba a tomar un vuelo nacional por Avianca, no sé desde dónde ni adónde. Veía a Himura y me hacía la loca, pero me bloqueaba el paso para saludarme. Las azafatas nos interceptaban poco después para hacernos muchas preguntas sobre el menú de a bordo. A mí me preguntaban por traducciones español-inglés de la comida que me iban a dar.


Anoche soñé que todo mi curso tenía que participar en la final de un reality de modelos. Yo tenía un vestido de esos que parecen un suéter atado con un cinturón ancho y me hacía una especie de bouffant descuidado. Algunas niñas decían que me veía horrible (entre ellas la de pelo liso larguísimo y talla cero), pero otras decían que me veía bien. Intentaba maquillarme pero siempre resultaba con la mitad de la cara pintorreteada de rojo, como si el maquillaje fuera incontrolable. Aquella a la que yo llamaba histriónica me recomendaba que no fuera a desfilar en tacón puntilla, entonces buscaba unos zapatos de tacón bajo.

Otra vez me siento inadecuada en sueños, tal como cuando estaba en el colegio. Otra vez me rodeo de miradas condescendientes y un poco de malicia.


Ayayay, qué sueños más malucos he tenidos estas últimas noches:
  1. Mi hermana y yo tenemos un accidente depilándonos con cera. Yo me miro el costado izquierdo y está lleno de pústulas, sangre y cera pegada.
  2. Mi tío G. se mete en problemas por prestarle un asador a la mafia. En principio yo soy la única que sabe del peligro que corremos, pero mi abuela paterna pregunta adónde va mi tío con el asador mientras lo ve alejarse. Me angustio y me toca contarle todo.


Estaba en Jerusalén quedándome en un hotel sola. Llevaba hijab. Salía a dar una vuelta, pero decidía volver pronto para usar el wifi de mi cuarto en vez de pagar por un café internet. Entonces llegaba al lobby un grupo de terroristas judías extremistas (entre ellas la chef y la que vive en Canadá con un basset hound, ambas compañeras casadas del curso) y se ensañaban conmigo por ser descendiente de libaneses. La chef tenía un arco y me apuntaba la flecha entre las piernas, así que me veía obligada a acompañarlas a la terraza del hotel, donde vaciarían tubitos de químicos en el tanque de agua para envenenar a todo el mundo. Decían que me perdonarían la vida, así que me quedaba pensando de dónde sacaría el agua para beber este último día mis vacaciones. Ya en la cima del edificio, tras perpetrar el acto, una de las terroristas (desconocida) se lanzaba a besarme el lunar del pecho. Ya envuelta en este entuerto político-religioso, lo mejor que podía hacer era disfrutar aquel ataque personal.


Primero soñé con un paisaje claroscuro, mi conjunto en Bogotá pero con una luz casi que invernal de alto contraste. Yo tomaba fotos y creo que un club de fotografía me estaba rechazando por alguna razón. Me metía en la casa de una compañera de curso en el colegio (la que se fue a Australia, casada en la vida real), la cual quedaba frente a la mía, pero cuando oía la voz del papá a lo lejos salía corriendo. Me asomaba a la ventana de la sala de mi casa. Estaba toda mi familia cantándole el Happy Birthday a mi mamá, y yo quería estar con ellos pese a haber sentido algo de rabia anteriormente, no sé por qué. Entraba atravesando la puerta cerrada (como si fuera un ser incorpóreo) y me reunía con mis papás, dichosa.

Creo que alcancé a despertar un ratito, pero volví a acomodarme. Entonces resultaba en el matrimonio de una niña del curso (la que cumple cinco días después que yo, también casada en la vida real) y la felicitaba justo antes de irme de la fiesta. Había pasado todo el tiempo conversando con otras personas (incluso hablando en contra del matrimonio) y no creía que fuera a poder cruzar palabra con ella. Natalia y yo estábamos contentas de vernos, pero ella me decía algo que daba a entender que me había invitado a su boda por pesar. Yo estaba mal peinada y muy enternecida con ella.

Por último soñé con una animación como de principios de los ochenta (al estilo de aquella de la propaganda de Renault 4, "amigo fiel"). Una voz en off decía que regresar a Bogotá era "como una espuma conocida" mientras aparecía una mujer caminando por una calle del barrio donde queda la casa de mi tía. Entonces, de una alcantarilla que parecía una junta de expansión de un puente, emergía espuma como de Coca-Cola (como la que cae del techo en aquel capítulo de The Big Bang Theory) y a la mujer le daba mucho asco.

En algún punto de esta mezcolanza de sueños se mencionó la palabra "Cavorite", pero no recuerdo cuándo ni cómo ni por qué.


Anoche soñé que estaba con una amiga —creo que era Azuma— y le señalaba a CarlosCaicedo, quien estaba por ahí cerca. Algo me decía esta amiga que yo le respondía "Jis not mai broder. Jis mai broderinló". Lo decía así con el falso inglés pésimo que tanto nos gusta usar a Azuma y a mí.


Anoche soñé que iba a El Cairo con mis papás y mi hermana. Era muy soleado, hacía mucho calor y las pirámides se veían gigantescas a lo lejos desde la autopista que recorríamos en un bus. Yo me preguntaba por qué estaba en Egipto y no en Guam, pero pensaba escribir "Cairo" en Twitter apenas llegáramos a nuestro destino final. Parábamos en unos baños con duchas donde podíamos refrescarnos, pero casi todos estaban muy sucios. Afortunadamente yo encontraba uno bastante limpio con baldosas de cristanac azul y espejos antiguos y me bañaba, tras lo cual le cedía el espacio a unos nigerianos.


Soñé que unos personajes oscuros me invitaban a sentarme al lado de ellos en la banca de una iglesia, lo cual suponía un dilema puesto que si los acompañaba quedaría afiliada al Imperio y mis conocidos me odiarían, pero si me sentaba al otro lado del pasillo junto a los demás sería considerada una Rebelde y tendría que pelear y enfrentarme a una dolorosa muerte. Pensaba que lo mejor era huir alegando que no me gusta Star Wars.


Cavorite y yo íbamos a ir a Tokio con el TX Metro Pass (tiquete que permite usar el Tsukuba Express y toda la red del Metro de Tokio cuantas veces se quiera durante un día) y resultaba que por ser fin de año lo estaban regalando, con la condición de que uno no podría bajarse en una estación aleatoria que salía impresa en el tiquete. A mí me salía Nagatacho y a él le salía Akabanebashi.

(Qué detallado se pone mi cerebro a veces... No recordaba la existencia de esas dos estaciones, pero resulta que son reales: cerca de Nagatacho está el edificio de la Dieta, y Akabanebashi da contra un parque que conduce a la Tokyo Tower.)

De repente estaba rodeada de una familia que no era la mía. Le estaban cantando el Happy Birthday a alguien y había un niño chiquito que se estaba portando mal, creo que porque había algo a lo que se estaba negando. De pronto toda la familia lo examinaba para saber si era niño o niña.


Mi padre, un contacto de Twitter y yo íbamos a la peluquería. La niña (el contacto, a quien nunca he visto en la vida real) iba por un corte de pelo pero le resultaban haciendo el bikini. Mientras esperábamos, yo mencionaba que acababa de comprar una falda corta que me quedaba horrible, y que la falda que tenía puesta en ese momento tampoco me quedaba muy bien que digamos. Decía que solo tenía una falda que me quedaba bien, pensando en una muy vieja de jean que tengo en la vida real. Me daba un poco de pena ajena por la niña, pues su intención original no era la depilación, pero de alguna manera el peluquero (cuyo negocio quedaba en su propia habitación) se había dado cuenta de que le hacía falta y se lo hacía. Yo planeaba devolver la falda al otro día porque sí que era fea.

De repente mi familia y yo estábamos de viaje en bus por Vietnam. Nos deteníamos en un parque de diversiones donde yo ya había estado en 2008 (cosa que en realidad nunca ocurrió) y nos montábamos en unas atracciones un tanto peligrosas, pues no tenían cinturón de seguridad. Eran gigantescas y todas hechas de troncos como los parques para niños en Bogotá. Yo intentaba recordar el nombre de este lugar, que no era ni Da Nang ni Nha Trang, pero no lo lograba. Mientras montábamos en el inmenso aparato aquel la cámara (la S2) salía volando y casi perecía, pero mi hermana y yo nos aferrábamos a ella desesperadamente. Al final yo sufría una caída un tanto aparatosa a cuenta de la salvación de la cámara.

Al caer la tarde yo peleaba con mi papá porque había escogido la manera más aburrida de salir del parque, en unas sillitas colgantes como las del Parque del Café, y había forzado a mi mamá y mi hermana a montarse ahí. Yo le decía que yo saldría por donde quisiera y me iba a un pasillo gelatinoso donde aparecía una versión chiviada de Daria. Entonces me daba cuenta de que esa y las otras salidas aparte de la de mi padre eran peligrosas y yo resultaba recorriendo un camino larguísimo, al parecer sobre el filo de las cercas de todos los edificios hasta la casa. Durante el trayecto veía casas dedicadas enteramente a películas de dibujitos animados: había una de Bob Esponja, una de La noche de las narices frías y una de Oliver y su pandilla. En el proceso yo dejaba de ser yo y resultaba ser una adolescente japonesa embarazada. El resto del sueño transcurrió en inglés y japonés, y yo estaba quejándome con mi mamá (que no era mi mamá porque yo no era yo) por no encontrar la ropa de maternidad que necesitaba. Tenía una pinta horrible de leggings grises, una blusa larga verde pasto con una blusita debajo y una media tobillera amarillo limón, cuyo par no encontraba. Mi mamá me decía que no me preocupara, que "it's normal to have a little miscarriage" en esta etapa. Al final miraba una foto donde salía yo (la japonesa) con el padre del niño, y me daba cuenta de que él no era ningún jovencito: sus facciones lo delataban como casi cuarentón, y tenía un mohawk corto como Mario Baracus. En la foto no sonreía.


Ya me estaba aburriendo de no recordar mis sueños. Por fin algo bien raro y largo:

Volvía a Colombia y me ponía una cita con alguien para vernos. Sin embargo, cuando estaba en el lugar de encuentro (creo que era Cafam de La Floresta) me daba cuenta de que la persona y yo no nos habíamos dicho en qué puerta nos encontraríamos y cuando iba a coger el celular para llamarlo me daba cuenta de que tenía el de mi madre, en el cual no estaba grabado su número, y yo no podía recordarlo. Mi familia me encontraba en esas y me llevaba a la casa de mi tía, donde una prima aparecía y me saludaba. Yo estaba llorando. Pensaba que si el del encuentro hubiera sido Himura, habría podido llamarlo porque el suyo era el único número de celular que aún me sabía de memoria. Mi tía se ofrecía para llevarme a mi casa a recoger mi celular para no perder mi cita, pero ya había pasado más de media hora desde la hora convenida (como que la cita era a las cuatro porque eran las 4:36.


Creo que alcanzó a haber un rato de no pensar antes de soñar esto:

Estaba en Argentina, en un salón lleno de duchas. Las duchas eran bastante interesantes: una combinaba agua y alcohol pero la presión era tan fuerte cuando me iba a meter el agua (o el alcohol, eran dos chorros) me mandaban al piso. La gente me veía tirada ahí como una cucaracha pero no me ayudaba a parar. Al fin me incorporaba y exponía mi región lumbar al golpe del agua a ver si me masajeaba. Después iba a meterme a una ducha que proyectaba muchos chorros desde muchos ángulos, pero por alguna razón no podía. Tengo la impresión de que siempre me estaba resbalando en ese sueño. Había muchas argentinas lindas, por cierto.

Como no falta la metamorfosis del lugar en el sueño largo, resultaba de repente en la cocina de un restaurante. Veía a los chefs preparar muchos platos con jamón. Se veían muy apetitosos.

Mi familia y yo íbamos caminando por el barrio para regresar a casa cuando nos interceptaba Himura, quien vestía mi sudadera verde oliva de estar en casa. Me daba un poco de vergüenza verlo con esa ropa que le quedaba chiquita. Decía muchas groserías frente a mis papás pero se disculpaba. Decía que había venido hasta el barrio porque yo no había llegado a nuestra cita (¡la del sueño anterior!).


Cavorite estaba sentado en su silla blanca cómoda y me hablaba de horarios (no sé de qué) y de sus amigos en Popayán que yo debería conocer. Fue apenas un destello brevísimo de sueño justo antes de abrir los ojos.

Desperté con "Azul" de Natalia Lafourcade dándome vueltas en la cabeza.


Anoche soñé que protestaba contra la prohibición de los minaretes en Suiza. Mi argumento era que entonces lo justo sería prohibir también las torres de las iglesias.


Anoche soñé que vivía en una especie de dormitorio estudiantil (como esas casas de familia donde tienen inquilinos), y mi profesor favorito de la universidad venía a visitar. Conversábamos animadamente en la sala de la casa, que era supremamente amplia y de un piso. A mis anfitriones no les gustaba mi profesor, decían que era monotemático y repetitivo. Yo aparentaba estar de acuerdo con ellos pero para mis adentros aseguraba que él era muy interesante.

No recuerdo cómo pero descubría que tenía un pliegue sangrante sobre un seno. Corría a un baño y resultaba en el cuarto de Amber, quien compartía su baño con alguien más (era una habitación un poco más cara que las normales; baño compartido entre dos cuartos y mucho, mucho espacio). No quería desordenarle las cosas, así que corría al baño de otra persona, no sin antes dejar una cerradura compleja tal como la había encontrado antes de entrar.

En el espejo del baño notaba que si abría un poco el pliegue se veía una gran cantidad de coágulos; era una hendidura que iba directo a mis órganos internos. Trataba de lavar la herida y el piso se llenaba de charcos de aguasangre que me apresuraba a limpiar para que nadie sospechara que alguien había estado allí.

Después volvía a verme en el espejo de otro baño y encontraba que se me había caído la piel desde el cuello hasta la mitad del tórax y se me veían los órganos internos por entre las costillas. Intentaba ver mi corazón latiendo pero no lo encontraba. Nadie sabía que yo me encontraba en esta condición; por encima de la ropa yo me veía perfectamente normal, pero estaba averiguando qué se podía hacer en este caso. Lo único que encontraba era el caso de una mujer en Perú a la que se le había derramado toda la parte de adelante (piel, ojos, etc.) en un estadio.


Esto es lo que soñé anteanoche:

Me estaba quedando en un cuarto de hotel junto a otras personas (niñas como de 18-20 años) y tenía un examen de biología que presentar en una hora. En vista del tiempo que me quedaba y que no había nadie en el cuarto, invitaba a Cavorite. Sin embargo, no todo era felicidad, pues sin haber empezado siquiera nos dábamos cuenta de que una niña se había quedado dormida y aún seguía en la habitación. Chasco. Y encima se me hacía tarde para el examen. Agh.

La niña dormida, por cierto, resultaba ser un contacto de Twitter. Tenía las piernas extremadamente peludas.


Estaba en un centro comercial gigantesco lleno de escaleras eléctricas. Tras subir y subir hasta el piso más alto, empezaba a bajar en toboganes, o más bien escaleras resbalosas que me gustaba bajar sentada como si lo fueran. Encontraba a mi hermana en un corredor del piso más bajo y algo comentábamos. Luego subía escaleras de nuevo y llegaba a una estación de monorriel ubicada dentro del mismo centro comercial. Ahí estaba Ovidio. Quedábamos en salir al día siguiente. Se montaba al monorriel y se iba. Lo veía alejarse, contenta de saber que lo volvería a ver. Entonces empezaba a bajar unas escaleras.


  1. Se partía la punta del enchufe de los parlantes de mi computador, dejándome sin buen sonido para el computador. Frustración y mil intentos inútiles de pegarlo esperando que las dos partes milagrosamente se fundieran uniéndolas con fuerza.
  2. Hacía fila con Ovidio en la sección de migración de un aeropuerto, saliendo de algún país. Era una fila larga, larga, larga, como cuando uno viaja desde Estados Unidos y tiene que pasar por donde hay que quitarse los zapatos y todo el mundo viaja al mismo tiempo. Le daba un beso en la mejilla. Estábamos contentos. Al despertar me di cuenta de que solo en el sueño había podido recordar bien su voz.


Tengo la impresión de que primero había estado en la cafetería del colegio, pero no recuerdo qué había comido. Lo que sí recuerdo claramente era que estaba en el USS Enterprise y hablaba con el señor Spock. Le preguntaba cómo era que se llamaba el personaje de William Shatner (James T. Kirk, recordé al instante cuando desperté), pero ninguno de los dos se acordaba. Yo mencionaba a Ryker, pero ahí mismo decía que no podía ser porque era de Star Trek: The Next Generation. No obstante, Spock —no Leonard Nimoy, ¡Spock!— hacía una imitación muy divertida de Kirk y me hacía reír. Yo comentaba que alguna vez Chekhov fue mi miembro favorito de la tripulación mientras pensaba que ahora definitivamente tenía que ser Spock.

De pronto en RCN salía un homenaje a mi mejor amiga del colegio que supuestamente había muerto. Yo no lo podía creer, primero que todo porque había hablado con ella el día anterior (cosa que no he hecho en realidad) y, segundo, porque ella no había nacido en 1958.


Viajaba. No sé dónde estaba, pero pronto tendría que tomar un avión y estaba escogiendo la ropa que usaría entonces. Mi mamá y mi hermana querían que me pusiera unos jeans verde pasto, pero al fin yo me decidía por un jumper de jean que no tengo en la vida real.

Cambio de escena. Caminaba a lo largo de una vía férrea, en un paisaje parecido al del norte de Bogotá (árboles altos y casas de ladrillo). Pensaba en el regreso a no sé dónde. Veía pasar un tren. Pensaba que cuando Cavorite regresara también tendría que tomar el tren local y se demoraría mucho más.


Hoy hice un gran esfuerzo por recordar lo que soñé anoche. Tenía más o menos una idea, pero me puse a hablar con Cavorite y se me olvidó. Bueno, en realidad no es que tuviera una idea de lo que soñé sino de un par de detalles sueltos que vi en duermevela y que noté cómo se iban borrando a medida que yo me ponía a pensar en el concierto de anoche (wow, Franz Ferdinand, wow!). No voy a hacer demasiado esfuerzo por recordarlos, porque lo más probable es que termine inventándomelos. Lo que sí sé que vi en un estado más profundo (me acordé de repente mientras charlaba) fue que tenía una llamada entrante en Skype de parte de Himura, lo cual se me hacía rarísimo. Creo que alcanzaba a contestar y decir "hola", pero no más.


No estoy recordando mis sueños últimamente. Creo que tengo la mente ocupada en las cosas buenas que me están sucediendo en vigilia.

El viernes antepasado soñé que no le había explicado bien a Cavorite—quien se estaba quedando en mi apartamento—cómo era que se usaba mi lavadora, por lo cual él no podía lavar su ropa. El asunto me preocupaba hondamente.


Soñé que hablaba con una japonesa que estudiaba algo sobre Francia. Yo alternaba entre el francés y el japonés (tal como hice hace unos días con el TA de la clase de francés). Tengo la impresión de que realmente hice un esfuerzo por recordar vocabulario en el primer idioma. Un señor me quería regalar condimentos y me preguntaba qué tenía en mi casa. "Nous avons des épices sèches, pas de choses fraiches", respondía yo.


Mi amiga Sandra me llamaba muy contenta a contarme que ya no tenía cáncer. Yo fingía alegría pero me daba pesar: no quería contarle que ella ya está muerta.


Agh, lo tenía más claro hace unos minutos. Ahora solo recuerdo que me caía por unas escaleras entre un montón de cajas de cámaras Canon y que tarareaba "Como un picaflor" de Raúl Santi. Esa canción solo se la he oído a Arhuaco.


Era Navidad y yo estaba con los hermanos de Himura en un parque. Llegaba la novia de él vestida de yukata y yo pensaba "¿además se disfraza de japonesa?" Por alguna razón resultábamos reunidos Himura, sus hermanos menores, la novia, mi hermana y yo. Supongo que era por lo que yo estaba cuidando a los niños. El ambiente estaba lleno de miradas amargas.

De pronto estábamos en casa de mi tía e íbamos a ir caminando a alguna parte, pero mi hermana y yo nos demorábamos en salir porque estábamos viendo a alguien (¿mi mamá?) hacer galletas de fresa en el garaje. Cuando emergíamos nos dábamos cuenta de que Himura y su combo no nos habían esperado. No obstante, los encontrábamos unos pasos más adelante. El hermanito estaba furioso porque se habían ido sin nosotras y su pataleta los había hecho detener.


Volvía a Los Andes.

Estaba en un recinto de paredes grises donde escuchaba a la gente hablar de sus proyectos de tesis. De pronto una profesora se me acercaba y me preguntaba que al fin qué pasaba con la mía. Le pedía que me escuchara, le decía que ellos nunca me habían escuchado mientras fui estudiante de allá, que al menos ahora por fin me estaban tomando como miembro del departamento. Le contaba que me había ido en 2006, que todo este tiempo había estado en Japón pero había regresado a terminar. Me preguntaba qué quería hacer y le decía que no estaba segura, aunque tenía un deseo que no me atrevía a manifestar. Mientras hablábamos notaba que la hoja donde alguien había escrito su propuesta de tesis tenía un dibujo a lápiz de Saturno. En la conversación salían a relucir diversos proyectos en los que yo había tomado parte pero que no tenían absolutamente nada que ver con mi carrera y que yo trataba como si no tuvieran la menor importancia para mí.

La profesora se reunía con otros miembros de planta y discutían a ver si me dejaban continuar en la universidad después de todo este tiempo. El veredicto de ellos era que la literatura no era lo mío, que debería dedicarme a otra cosa, que me la había pasado haciendo cosas no relacionadas con el área de estudio, que ni siquiera había sido capaz de decir sobre qué quiero hacer mi tesis. Entonces yo explotaba y les gritaba "¡¡¡QUIERO ESCRIBIR UNA NOVELA!!!"

Se reían de mí y preguntaban sobre qué.

—¡No lo sé! ¡Eso explota en el camino! ¿Nunca han escrito? ¡Podré no saber de literatura pero sé que quiero escribir!

Me ponían a prueba, dándome un plazo para escribir una frase que los conmoviera. Yo asumía el reto, convencida de que lo superaría.


Mi familia y yo íbamos a un restaurante jamaiquino, pero algo me daba rabia y no quería sentarme al lado de mis padres, entonces lo hacía al lado de mi hermana.

Estábamos en casa de mi tía, pero aún era la casa de mis abuelos. A alguien en el piso de abajo le mencionaba que arriba todos dormían (mi hermana y yo habíamos visto a mis padres darse besos, pero el resto descansaba). Yo llevaba un vestido como de niña, y al bajar saltaba del tercer escalón, tal como cuando era chiquita. En el patio había una ventana vieja parada sobre una piedra o un objeto de piedra. Mi primo mencionaba que le daba pesar una ventana que no diera a ninguna parte. A mí me parecía bonita, toda cubierta de musgo y hojas secas oscurecidas por la lluvia.

Alguien se estaba deshaciendo de unos stickers de Raphael. Yo los quería, además de querer una carátula de un disco de él con Gigliola Cinquetti que también había sido abandonada en el patio.


Soñé que estaba comprando una nueva mochila, y algunas tenían la cara de Juanes bordada. Yo estaba tratando de decidir basándome en la capacidad; quería una grande y cómoda, parecida a la que me compré el año pasado en Hanoi. Me recomendaban una con plátanos verdes en patchwork.

No sé cómo se produjo el salto a quién sabe qué lugar donde me enteraba de que unos estudiantes de animación o algo así estaban renovando TRON, pero como estaban aún en una fase temprana del proceso, algunas escenas habían sido reemplazadas por dibujos en Paint. A mí me parecía un noble esfuerzo.

Y en esas terminaba en la cocina de la casa de mi abuela paterna, quien había hecho galletas. Eran grandes, blanditas y tenían chips de chocolate.


Sala de la casa de mi abuela (ahora de mi tía). Maladjusted y yo. Besos. Mi abuela nos pillaba. Sorprendentemente, nadie ponía problema.


Me quedaba a dormir donde un amigo, pero no sé quién era. Tenía un esfero morado brillante que yo probaba sobre un papel, pero no recuerdo qué escribia. Muy temprano en la madrugada me asomaba a una ventana y veía un cohete despegar. El cielo era de color azul verdoso, muy oscuro. El acontecimiento me dejaba sin aliento.


Estaba con Ovidio en un apartamento bonito de colores cálidos, como que con luz de atardecer sobre adoquines. Creo que lo hacía reír. Le veía la cara muy de cerca. De repente ya no estaba él sino Susan Sarandon, con quien al parecer yo tenía un romance. Me parece que ella estaba un poco escéptica ante mis avances, pero le gustaba estar conmigo. Yo tenía que ir al baño; mientras estaba sentada veía por una rendija a una niña pasar corriendo.

Ahora seguía sentada en una taza, pero ya no en un baño sino en medio del hall de entrada de un centro de convenciones en Tokio. Una señora me preguntaba en japonés si sabía adónde debía ir para quién sabe qué evento y ella hacía un par de preguntas en la recepción. Duraba ahí mucho tiempo sin importarme que todo el mundo me estuviera viendo, pero algo preocupada porque gracias al estreñimiento estaba acaparando el sanitario. De pronto me daba cuenta de que otra vez estaba teniendo un sueño donde estaba estreñida mas no avergonzada en un lugar donde todos me podían ver.

Volví a conciliar el sueño y vi un episodio de una serie animada que, según tenía entendido, era The Simpsons. Homero intentaba ganar dinero de maneras muy absurdas. Por quemarse las manos poniéndolas sobre algún metal al rojo le pagaban ¥490. Entonces salía un pez del agua y el aire se convertía en agua, o al menos se volvía respirable para el pez, y de arriba salía una legión de pastos a perseguirlo. Al parecer ese cambio en la dimensión había sido culpa de Homero. Ese era el final del capítulo y el pez nadaba rapidísimo hasta convertirse en el logo de la productora de televisión.

Ahí sí desperté.


Anoche soñé que nadaba en un tanque gigante rodeada de animales acuáticos de todos los tamaños y colores, incluyendo un cachalote. Creo que había un koi gigante también. Yo los alimentaba con ostras pequeñitas que lanzaba en todas direcciones a ver qué criaturas las atrapaban. Estaba sola en ese deber, y era inmensamente feliz.


Azuma me hablaba de una agencia de bienes raíces con la que estaba negociando un arriendo. La señora de la agencia (que yo imaginaba como una japonesa gorda de delantal) le había dicho que esperaba que no saliera de vacaciones mientras arrendara el apartamento. Mientras tanto yo pensaba en cómo sería mejor tomarle una foto. Tal vez con la gata. Mirando para abajo definitivamente no. Este hilo de ideas se sentía como si paralelo al sueño corriera un proceso mental lúcido.

Después estaba en la cafetería de pastas que hay frente a mi facultad y me encontraba con Cora, la rumana, para devolverle el libro que me había prestado hace tanto tiempo (Freakonomics, no sé por qué me lo prestó si yo claramente no lo iba a leer). La acompañaba un desconocido. La cara se le iluminaba al verme y me saludaba efusivamente. (Recordemos que Cora en realidad me odia y me condenó al ostracismo en Tsukuba, lo cual a la larga mejoró mi calidad de vida enormemente.)


Tengo un vago recuerdo de haber tocado la espalda de Himura y sentirla carrasposa.

Veo una calle estrecha y pedregosa, parece España, o la imagen que me hago de alguna ciudad de España. No sé qué pasaba ahí, pero de repente estaba yo en una especie de bar con Azuma. Tenía el corazón roto y me dedicaba a vaciar botella tras botella de una cerveza que sabía a raspberry ginger brew. Azuma se reía con ganas de mi afán de beber. A mí me gustaba el sabor del trago y tenía mucha sed. Estaba segura de que no podría emborracharme con algo que supiera así, pero aparentemente ya me estaba prendiendo. Azuma me sacaba de ahí y me llevaba a su cuarto, un recinto de paredes de madera poco iluminado, cálido. Yo anotaba que tenía dos camas pese a vivir sola. Ella se reía y, sentadas en una, empujábamos la otra con los pies hasta estrellarla contra la pared.


Qué hermoso es cuando los sueños no son más que recordatorios de lo que hay que hacer al día siguiente.

Fotocopia de la tarjeta de extranjería. Fotocopia de la libreta de ahorros. Formulario relleno. Dónde está el formulario. Sobre para enviar papeles. La oficina postal cierra a las cinco de la tarde. Llevar pasaporte, carné y tarjeta de extranjería a la facultad de biología para lo del tour de la JAXA.

Pensándolo bien, no es hermoso. Pero al menos no se me olvidará. Espero.


Duermo muchísimo tras un día surreal en Tokio. El sueño excesivamente largo se convierte al llegar el día en un sopor pesado y delirante. Veo el cielo. No veo el cielo. Veo el cielo. El cerebro no procesa la miopía, solo el azul reinante. Me reacomodo en el futón y estoy segura de que mi espalda tiene una fila de snap fasteners que bajan por toda la columna vertebral y se despegan del colchón haciendo ruido.

Hay una discusión quién sabe con quién sobre la diferencia entre itsuka (何時か, "algún día", "en algún momento") e itsuka (五日, "el día cinco del mes"). Voces me hablan de madurar. Debo madurar. Madurar.

En mi cabeza suena "Close Your Eyes" de Basement Jaxx. Cuando despierto del todo lo único que queda es esta canción.


Viajaba en avión con mi familia, pero no sabíamos adónde ir. Podíamos ir al este u oeste de no sé qué meridiano. Al parecer había una opción larguísima según la cuál terminaríamos en Africa, en Zanzíbar o algo así. No sé al fin dónde terminamos, me parece que en Tahití. De repente estábamos en un tour en bus y nos querían dejar botados al lado de un puente porque aún no estaba terminado y por lo tanto no tenía peajes. (Extraña lógica.) Algo en el puente o cerca de él era de color curuba, como la pared del centro comercial Atlantis Plaza.

En duermevela, justo antes de despertar, oí cómo Lucas (amigo de adolescencia) me advertía que me iba a caer alguien del Edgar Winter Group.

Necesito dejar de evocar los sueños en términos narrativos porque pierdo detalles. Hay que permitir que las imágenes fluyan.


Cosas vistas en orden pero difíciles de recordar con claridad.

  1. Ovidio cerraba su blog. Al parecer había encontrado el amor de su vida y ya no necesitaba decir nada más.
  2. Me encontraba con Lowfill y le preguntaba por Himura. Me decía que estaba muy mal, enfermo.
  3. Estaba con Arhuaco en un recinto público, pero no logro saber qué tipo de sitio era. Este sueño es altamente confuso; en mi cabeza veo cosas clarísimas pero no puedo ni conectarlas entre sí ni explicar qué son.
(Creo que tras el #2 desperté brevemente con la firme intención de escribirle a Himura expresando mi preocupación a raíz del sueño, pero con una advertencia al final: "si me vas a insultar, abstente de responder". Me temo que no estaba del todo lúcida.)


Había salido una noticia según la cual un señor había creado una especie de sintetizador para sus hijos (un niño y una niña), un aparato revolucionario de fabricación casera con muchos botones grandes. Parecía hecho de cajas de cartón, al tacto los botones se sentían como stickers de esos que parecen inflados. Se creía al principio que el inventor había castrado a los niños para que solo se dedicaran a la música, pero luego se aclaraba que no.

Arhuaco y Cavorite se daban a la tarea de emular las propiedades de este instrumento en software. Cavorite creaba los "Cavodrums" (la idea del nombre era mía) y Arhuaco algo relacionado con los instrumentos melódicos. La interfaz del programa de este último tenía bonito diseño (en realidad no; era una cosa noventera fucsia), lo cual era de esperarse porque, claro, él se dedicaba a diseñar interfaces para las cosas que programaba (nada más lejos de la realidad). Yo estaba bajando los programas de ambos a mi computador, pero no podría decir dónde estaba mientras esto ocurría. Sobre mí se extendía el cielo de la tarde, de un azul cálido con nubes ambarinas.

De repente, aunque esta imagen ya no es clara, yo estaba programando algo y Arhuaco me decía que lo estaba haciendo mal. De fondo o en mi cabeza sonaba "Dès que j'te vois" de Vanessa Paradis.


Recuerdo varias cosas inconexas.

  • Me iba a cortar el pelo y querían dejarme la capul bastante corta, así como la tuve en 2007.
  • Les mostraba unos dibujos que estaba haciendo en mi cama a mi madre, mi hermana y mi tía. A esta última le contaba que quería tomar clases de guitarra o de dibujo en la Academia de Artes Guerrero. Al parecer podía hacer cosas bonitas con lápices de colores; una mujer que estaba haciendo mientras hablaba llevaba un chador azul cobalto.
  • Estaba en el estudio de grabación donde se había filmado el video de "Ruby Rises", de Oren Lavie (hasta donde tengo entendido esa canción no tiene video). Oren estaba ahí, y la gente comentaba algo sobre lo futurista del video o de su aspecto (a veces se veía de lejos como un ejercicio de dibujo anatómico: calvo, musculoso y plateado). La canción sonaba incesantemente. El lugar era un espacio amplio de techo alto, piso azul oscuro y paredes de concreto. Había mucha gente allí.
  • Mi tío aparecía en el set y me regalaba paños para limpiar el carro. Cuál carro, es una buena pregunta.
  • En el mismo estudio conocía los efectos de los helados de colores vivos en el desarrollo cognoscitivo de los niños. Creo que era algo bueno. Alguien, no sé si yo, estaba comiendo un helado de Baskin Robbins amarillo y morado.


Anoche soñé que iba a leer Infinite Jest. Era un libro grandísimo, tal vez más grande que el mío de Literary Theory, pero deforme.


Anoche soñé que me iba a poner el bikini que compré en Hawaii, pero descubría que estaba gordísima y se me veía horripilante. La barriga hinchada me quedaba colgando sobre la parte de abajo.

Mi hermana me decía, "tranquila que yo también he sido así de grande". Obviamente no era el mejor de los consuelos.


Anoche soñé que la policía de inmigración de Estados Unidos nos detenía a Minori y a mí para interrogarnos. Al parecer querían comprobar que yo realmente estudiaba en Japón, así que preguntaron cómo fue que terminé yo acá. Minori y yo nos mirábamos y contábamos que alguna vez habíamos estado cuadrados, y que él había empezado a enseñarme japonés, lo cual me había llevado a interesarme por Japón en general. Él estaba vestido con un kimono blanco (lo cual es raro porque los hombres solo usan kimono gris, negro o azul) que tenía las mangas bastante sucias. Nos mirábamos con bastante ternura, lo cual creo que contrasta por completo con la realidad que vivimos entre la semana pasada y esta.


Anoche soñé que actuaba en una película dirigida por Jason Bateman. Luego hablaba con él y quedábamos en salir. Yo era pésima actriz, por cierto, así que la cita no tendría nada que ver con mi nulo futuro en Hollywood. Mejor así, porque Jason Bateman me encanta.


Anoche soñé que le hacía dar celos a Himura poniéndome muy melosa con Kenneth Wolf, un cibernovio gringo que tuve en la adolescencia y a quien en realidad jamás conocí en persona.


Anoche soñé con mi vecino, el japonés lindo. No sé de qué estaba hablando con él que nos mirábamos... y nada más. Demonios.


Anoche soñé que iba a una ciudad pequeña en Europa sin saber cuál era. La arquitectura era espectacular. Al principio me parecía que estaba en Alemania, pero luego entendía que estaba en Suecia. Entonces le preguntaba a alguien si estábamos lejos de Lund para ir a visitar a Amber.



Anoche tomé una siesta antes de irme de parranda y soñé que había acá un topic en mi nuevo foro de Flickr llamado "Gente del Metachamizo que nos cae mal".


Pesadilla.
Mi vuelo a Bogotá resultaba partir desde Dublin y yo me daba cuenta en el aeropuerto de lo siguiente:
a) Necesitaba un vuelo urgente para Dublin (no se me había ocurrido arreglar eso antes)
b) Podía embarcarme al fin en un vuelo de RyanAir pero resultaba no tener visa, así que ni modos de hacer tránsito por allá
c) Se me había quedado el pasaporte en mi casa

Iba con Adeline (compañera bruneyana de carrera), quien decía toda extrañada que a ella nunca le habían pedido una visa. "Yeah, but I come from a poor country", replicaba yo. Subíamos unas escaleras y estábamos en pleno centro de Tokio, desde donde se veía el mar y, al otro lado, un centro comercial gigante en Odaiba. De repente la que estaba conmigo era Azuma, quien no quería acompañarme a sacar una visa a toda velocidad sino ir al centro comercial. Se veía tentador; alcanzaba a sentir ganas de dejar todo botado e ir a divertirme en Odaiba con ella.

Qué angustia, menos mal me desperté.


Anoche soñé algo rarísimo:
Estaba en mi casa. Era diciembre 13 y mi familia nuclear estaba reunida en la sala como en un fin de semana normal. Entonces llegaba Himura, quien me preguntaba si no venía nadie más a celebrar "la cremación del cedro". Yo le decía que nosotros no sabíamos que el 13 de diciembre se celebraba algo.
En un sofá estaba sentada una amiga que murió hace años. Por estar tratando de agradar a Himura no hablaba casi con ella, y de pronto la notaba aburrida. Entonces halaba al señor al sofá y le decía:
—Te presento a Sandra. O más bien, al fantasma de Sandra.
Ella sabía que estaba muerta, pero hacía algún comentario irónico sobre cómo en efecto, era un fantasma, puesto que la había estado ignorando.


Primero soñé que tenía la nariz llena de caracoles de tierra. Podrían haber sido mocos pero no, eran seres vivos babosos con caparazón poblando mi pobre nariz. La sensación era horripilante y yo no hacía sino tratar de deshacerme de ellos, pero sabía que algunos ya iban más profundo, por allá en la faringe. Tosía y respiraba duro, pero ahí seguían.

Tras interrumpir esa experiencia tan desagradable, volví a dormir y soñé que estaba en París, visitando lugares turísticos (entre ellos unas ruinas del Imperio Romano) y escuchando música de acordeón en la oscuridad. Era hermoso. Obviamente no se parecía ni una pizca a lo que debe ser París de verdad.


Anoche soñé que regresaba a Colombia a terminar mi carrera en Los Andes. Tenía un novio nuevo llamado Luis Ernesto, quien era igualito a Penn Badgley, el de Gossip Girl. Hasta se vestía igual. Su familia tenía una panadería donde ponían boleros, pero él no quería llevarme a conocerla. De resto, el señor me acompañaba a todas partes y era buena gente, pero yo solía confundirme y llamarlo José en vez de Luis, y no estaba tan segura de que su segundo nombre fuera Ernesto.

Cuando llegaba a Los Andes me encontraba con algunas niñas de mi promoción del colegio. Una de ellas reparaba en mi novio y comentaba que al menos a mí sí se me habían declarado, que el niño con el que ella salía hacía tres años no había dicho nada aún. A otra le comentaba que antes de irme de Colombia había tomado una materia llamada Pornografía.


Anoche soñé que iba a Londres. Tenía algunas zonas completamente derruidas, pero las ruinas eran de colores muy vivos y yo no hacía sino tomar fotos. En algún momento nos perdíamos y terminábamos en una zona rural, donde rescatábamos a una anciana congelada bajo la nieve a la vera de un río.

A eso de las 5am me desperté, miré si alguien se había conectado a msn mientras dormía y, al darme cuenta de que era demasiado temprano para iniciar el sábado, volví a la cama.

Entonces ¡volví a soñar que estaba en Londres! Sin embargo, esta vez visitaba un museo donde todo era de madera, incluyendo un trencito que lo recorría. Después resultaba bebiendo con dos sujetos desconocidos y el novio de una amiga. Al último le daba duro el trago y se vomitaba.


Anoche soñé con vestidos de colores vivos, hermosos pero carísimos. Me los medía y me quedaban a la maravilla pero no podía comprarlos todos. Recuerdo especialmente una bufanda anaranjada especialmente costosa.

El instante en que abrí los ojos vi a través de la ventana el cielo más azul que mañana alguna pudiera ofrecer.

Ahora ando de muy buen humor.


Anoche soñé que era una niña austriaca que había vivido en Alemania pero ahora volvía a Austria y era la nueva del colegio. Mi mamá era la señora que hacía de mamá de Edward Scissorhands (Ellen en Synecdoche, New York). En el colegio todo el mundo era fanático de bordar con cintas y lo hacía con gran destreza.

Pues bien, uno de mis compañeros era una especie de versión gordita de Michael Cera y estaba enamorado de mí. Era tiernísimo y yo lo adoraba. En algún momento empezaban a buscarnos por alguna razón y nos escondíamos en el baño. Cuando nos encontraban, yo aducía enfermedad y que él me estaba acompañando por si me desmayaba.

Qué sueño sin pies ni cabeza este. Pero el niño era simpático y yo era rubia.


Anoche soñé con Twitter. Nicht gut.


Anoche soñé que iba a Inglaterra, conocía Stonehenge y me colaba en restaurantes carísimos en castillos. Todo era muy bonito y había muchas clases de té para tomar.

De repente ya no estaba en Inglaterra sino en Colombia y resulta que me tocaba ir al colegio porque me había saltado primero de primaria y tenía que cursarlo.


Llevo dos noches seguidas de sueños angustiosos sobre Himura. ¡¡¡No más!!!


Anoche soñé que me enfurecía con mi madre y me rapaba. No sé si sentí alivio cuando desperté y sentí pelo en mi cabeza.


Anoche soñé que en una clase me ponían a ver un video sobre Jodorowsky. Yo pensaba que lo más seguro era que ya lo hubiera visto en YouTube.

Luego me enteraba de que todavía tenía que presentar un trimestre más de balonmano. Lo extraño es que yo lo asumía con bastante optimismo, tal vez por el buen clima. Era uno de esos atardeceres dorados que atraviesan las ventanas y golpean las paredes del fondo de los salones.

Siguiente escena: Caminaba por un sendero en el bosque a la vera de un río con un atardecer espectacular. Tenía la cámara colgada al hombro e intentaba tomar fotos del río entre los árboles, pero me daba cuenta de que no podía capturarlo bien. De repente me encontraba tirados varios pares de tenis y uno de mis gorros peruanos. Los tenis resultaban ser de una amiga y Himura. Yo los recogía para entregárselos en cuanto llegara a la ciudad.

Últimamente mis sueños andan bastante coloridos.


Anoche soñé que iba de viaje a Fiji; llegaba vadeando desde otra isla. Después de hacer un corto recorrido en bus por calles en mal estado con tiendas y panaderías (un paisaje peligrosamente parecido a los barrios de Bogotá), hacía un recorrido por un parque natural enmarcado por montañas. Luego resultaba quién sabe cómo en una especie de temascal, pero no me daba calor, aunque las otras personas tenían la cara roja y sudaban copiosamente.

De repente aparecían unos guardabosques/subversivos a acusarnos por haber diezmado la población de flamingos del parque y pretendían destruir nuestras cámaras. Yo sacaba discretamente la tarjeta de memoria de la cámara y me la metía por debajo del brasier, pero entonces comprobaban que no habíamos sido nosotros los autores de la masacre sino los paramilitares (¿¡!?).

A mi alrededor todo era fucsia y morado. Había pétalos grandes, como de magnolia, regados por todas partes.


Mientras estuve en Vietnam tuve un sueño recurrente en el cual volvía a Colombia y llegaba a un sitio cerca del cual se encontraba Himura. Yo quería verlo, pero alguien me detenía en la calle para hablar y yo me angustiaba pensando que no me iba a esperar.

Fue horrible pasarme todo el bendito viaje soñando siempre lo mismo mientras iba en buses incómodos con la lluvia colándose entre los ventanales.


Soñé con una melodía que me gustaba mucho, pero ahora no sé si es una canción que conozco o algo que me inventé en sueños.


Soñé que mi profesora de química del colegio me daba un examen cuyas preguntas se referían no sólo al tema que estábamos viendo sino a asuntos personales de las niñas populares del curso. Arguyendo que no sólo mi examen estaba bien contestado y por tanto merecía una mejor nota, sino que muchas de las preguntas sólo las podían responder algunas niñas por ser personales, me ponía a discutir con la señora. A su lado estaba una compañera abogando porque no me arreglaran la nota. De repente la señora intentaba inyectarme algún veneno, pero como lograba forcejear, la señora se lo inyectaba ella misma para que me acusaran.

Aquí el escenario cambia un poco. Aún pretendía huir para evitar que me condenaran injustamente por la muerte de la profesora de química, pero resulaba en una celda al aire libre (un poco como un animal de zoológico) de un manicomio. Llegaban entonces dos niñas de mi curso que de repente se convertían en monstruos simpáticos y me sugerían una manera de huir. Al parecer, ellas también se habían dado a la fuga tiempo atrás. Las seguía, descalza, preocupada por el destino de mis cosas abandonadas en la celda. Cuando aparecía un psiquiatra en mi búsqueda, los monstruos simpáticos simulaban ser mis nuevos doctores y no permitir que nadie entrara en contacto conmigo. Así me salvaba, pero seguía angustiada por andar sin rumbo y sin pertenencias.


Anoche soñé que una horda de otakus jugando a ser zombies atacaba el sitio donde me hallaba y Maladjusted aparecía a protegerme con un amuleto de inmunidad. Mientras él peleaba con los zombies, yo salía a la calle y resultaba estar en el centro de Bogotá frente a la tienda de cómics donde trabaja Himura. De la nada aparecía un amigo que resultaba tener intenciones románticas conmigo y yo le decía que tuviera cuidado porque mi ex andaba por ahí (a través de la vidriera se veía él con gesto amenazador o sólo la mala cara que suele poner en la calle). Acto seguido salía yo a correr, como si el ex hubiera salido a perseguirme, pero mientras corría (mucho más despacio de lo que quería) empezaba a sonar de fondo "Sólo importas tú" de Franco De Vita y una voz me decía que sonaba porque yo era una egoísta y este sueño se trataba de mí y sólo de mí.


Soñé que iba a Los Andes con un amigo y aparecía su ex novia a tratar de abrazarlo y darle besos, lo cual él rechazaba. Al intervenir yo en el asunto, ella sospechaba que nosotros teníamos algo y se ponía furiosa. Nosotros seguíamos caminando, convencidos de que la vieja estaba loca. Entonces le decía que en un mundo paralelo donde fuéramos hippies él y yo seríamos novios... declaración que degeneró en tórrido romance en un salón abandonado de la universidad.


Soñé que por fin me daba un beso con mi vecino. Luego nos reuníamos con un montón de gente a jugar a las escondidas, yo disfrazada de soldado medieval y él de bardo.

Fue muy decepcionante despertar.


Anoche soñé que iba a Roma con mi familia. Tomábamos un taxi y a mí me tocaba dar las instrucciones (pese a que es mi hermana la que habla italiano, no yo). Todo el tiempo estaba confundiéndome y respondiéndole al taxista en japonés. Tanto me demoraba tratando de explicarle adónde íbamos que el señor daba vueltas y casualmente encontraba nuestro destino. No nos cobraba y yo le decía que molto grazie.


Anoche soñé que podía esquiar montada en mi bicicleta.


Anoche soñé que estaba visitando museos pero había uno al que no me dejaban entrar por razones ridículas. Tenía ya la boleta pero supuestamente tenía que haber llegado temprano en la mañana a validarla. Mientras yo peleaba y peleaba, llegaban unas personas desconocidas y la misma señora que me decía que nada podía hacer por mí les entregaba pases para entrar al museo. Qué furia.


Soñé que iba a un karaoke y la guía estaba llena de música que no conocía. Además, el aparato de escoger canciones estaba dañado. Las horas pasaban, nos iba cogiendo el sueño y nada que podíamos cantar.


Soñé que tenía accidente y todo mi cuerpo quedaba cubierto de hematomas de todos los colores del arco iris. El ojo morado, empero, era sólo morado.


Soñé que me compraba un juego de plato y pocillo Victorinox (¿¡!?) a ¥15000 (US$150) pese a estar mal de plata. Inmediatamente después me arrepentía de la compra. Para qué tener un plato finísimo si no hay nada que poner en él...


Anoche soñé que viajaba a Bélgica con Azuma. Es extraño; esta es la segunda noche que sueño con viajes largos en avión...


Anoche soñé que viajaba en avión con mi familia. Era un viaje bastante largo y con muchas escalas que se llevaban a cabo por mal tiempo. Parábamos en Alaska, Maui (así de específico) y Tailandia, país que reconocíamos por la escritura ilegible en los avisos publicitarios.


Anoche soñé que encontraba una trocha por la que podía ir desde Tsukuba a Tokio en bicicleta. Avanzaba un trecho pero encontraba una escuela donde recordaba que desde ese punto aún faltaba mucho para llegar a la ciudad. Como ya iba a anochecer, me devolvía, recogiendo en el camino puñados de arena muy suave.


Anoche soñé con John Cameron Mitchell. Creo que estábamos tras bambalinas en algún teatro elegante.


Ahora soñé que tenía un hijo, pero lo dejaba olvidado en su cuna. Al cabo de un día completo volvía por él, preocupada y culpable, pero él estaba lo más de bien, hasta sonriente.


Anoche soñé que estaba en el avión Tokio-Houston que he de tomar dentro de más o menos 3 semanas. Se nota mi desespero por el día en que eso sea realidad.


Anoche soñé que estaba en una aldea austriaca con mi mamá y Richard Dean Anderson, quien estaba filmando una película de MacGyver. Uno de los productores me preguntaba de repente en supuesto alemán si yo creía en Dios y yo le respondía "dass weiß ich noch nicht!" (eso no lo sé aún). Entonces el señor empezaba a decirle a MacGyver en japonés que yo sabía alemán y yo "いいえ、全然" (no, en absoluto). La aldea era supremamente colorida y yo no podía creer que por primera vez estuviera en Europa.


Otra vez yo. Anoche soñé que estaba en una casa grandísima tapizada de paredes terracota felpudas, como de fieltro viejo, y con vista a una pradera color verde pera con florecillas y cielo azul. Sin embargo, de repente ya no veía bien y cuando me ponía las gafas pasaba a no ver absolutamente nada.

En algún punto del sueño le mencionaba a mi tía (la dueña de la casona) que estas paredes eran justamente las que yo veía en sueños desde chiquita.


Soñé que me reencontraba con un amigo y hablábamos y hablábamos mientras recorríamos una especie de centro comercial/turístico. Había algo de tensión, como que nos acercábamos demasiado pero al fin no pasaba nada.

Cuando estaba despertando tuve un sentimiento de incredulidad al darme cuenta de que todo había sido un sueño.


Anoche soñé que iba a Colombia con Azuma y le intentaba comprar una lata de bebida de nata de coco (una cosa con gelatina que venden acá, muy rica) pero el tipo de la cigarrería no me la quería vender que porque se la habían traído de Japón. Yo le decía que entonces para qué la ponía en vitrina. Luego pedía un yogur de mora pero el señor tampoco me lo quería vender.

De repente estaba en París recién llegada con un tipo que conocí en Colombia y una compañera rumana de Gaidai, entre otros personajes. Yo intentaba tomar fotos desde un transporte público que era como una fila de sillas de sala de espera que se desplazaban cual trineo pero me regañaban y decían que eso era de muy mal gusto allá en Francia. Al llegar al sitio donde nos quedaríamos veía a la rumana alistar su cámara y pensaba que este sería el peor viaje de mi vida y que en Japón no ponen tanto problema por bobadas.


Anoche soñé que Freddie Mercury había vivido hasta esta época y yo le contaba a la gente que él había sido amigo mío. Además de cantante, Freddie era medallista olímpico en alguna disciplina relacionada con la gimnasia.


Ahora para el contraste, soñé que hacía parte del elenco de Muchachada Nui.


Anoche soñé que lograba arreglar la lavadora.

Cuando mis sueños están estrechamente relacionados con mi vida diaria, estoy mal.


Anoche soñé que Himura me confesaba que todo había sido una farsa, que nunca me había amado y me abandonaba. Yo no lloraba ni me sentía triste, pero me quedaba pensando en lo difícil que sería encontrar a alguien como él y en lo inútil que sería evocarlo de ahora en adelante, puesto que su recuerdo ya no me ofrecería ningún consuelo.

Cinco sueños



Tomado de Doblepensar.

1.
En bus en San Francisco. Desde la ventana observo lujosos edificios de apartamentos. Se alcanza a ver que tienen lámparas de araña, cortinas blancas y cielorrasos altos. Pienso que jamás podré tener un apartamento grande en una ciudad hermosa.

2.
Paseo a San Francisco. Trato de ir a los mismos lugares que visitara con Minori en 2003, pero resulto en un hospital gigantesco donde los pacientes, ancianos en su mayoría, rezan sin parar, como resignados a esperar su muerte. Incendio en el hospital. Los pacientes calcinados parecen momias y aparecen por doquier. Abro una puerta, me abro paso por entre dos momias y de repente soy un niño de diez años jugando a la vera de un río.

3.
Vivo en un lugar laberíntico, en un barrio lleno de papelerías. Al parecer el sitio donde vivo queda en un piso alto de uno de muchos edificios cuyos primeros niveles están dedicados a estos negocios; los callejones se parecen a los que viera en Shinjuku en 2006. Inclusive los dependientes son japoneses. Sé que pronto tendré que mudarme, lo cual me aflige ya que adoro las papelerías y los intrincados corredores de este lugar están cubiertos de estanterías repletas de libros. Recorro el lugar sin rumbo fijo. Me encuentro con Gianrico en un espacio amplio, entapetado, y sostenemos una conversación. Noto que usa botas vaqueras color fucsia.

4.
He sido forzada a trabajar de hostess para un señor igualito al viejo sádico de L'Histoire d'O, quien a su vez se parece a Julio Del Mar. Mis amigas del colegio están ahí también y comentan que ninguno de los bikinis disponibles para que nos pongamos me quedan. "Necesitas un bikini muuuuy grande", me dicen. No estoy dispuesta a venderme y estoy angustiada. El viejo sádico me regaña por quejarme, y yo le digo que cuando me examinaron "me tocaron como a una mesa". Pido permiso para ir a una droguería y conseguir Veet para depilarme las piernas. Mi cliente, estudiante setentero de Yale, canta "Hablemos del amor" de Raphael y pregunta por mi veredicto. Le digo que Raphael canta mejor. Me alivia enterarme de que mi cliente sólo quiere que cante bolero para él y sus amigos. Aún así, estoy obligada a ponerme el dichoso bikini, pero el viejo sádico y el cliente setentero me interrumpen repetidas veces, ya sea para regañarme o para contarme anécdotas.

5.
Nado en una piscina natural dentro de una gruta a la que le llega la luz del sol desde arriba. Me sorprendo de mi propia habilidad en el agua. De pronto alguien me hace notar que la piscina está llena de ratas muertas. Con más asco que terror procuro evadir sus peludos y grises cadáveres mientras salgo de ahí.


Anoche soñé que me encontraba a la espera de ser ejecutada. La próxima semana moriría a manos de la justicia por causas desconocidas. Aparentando calma jugueteaba en mi mente con la posibilidad del suicidio para evadir el pelotón, o lo que fuera que acabaría con mi vida. Para Himura el asunto no representaba mayores angustias: la condena estaba ahí y había que enfrentarla. Me encontraba con una niña del curso (de todas las niñas del curso, justo una con quien no hablé mucho: la que se casó y se fue a Suiza) y le escribía un mensaje sobre un objeto de madera mientras le hablaba de lo afortunada que era al contar con el lujo de poder hacer planes a largo plazo. La idea del dolor y de la nada que le sucedería me aterrorizaba, pero yo aún sonreía. El dolor, ¡el dolor! Un dolor por encima de todo dolor jamás experimentado, y luego... ¿y luego qué?

Entonces tuve otro sueño. Entraba en un baño público de piso de piedra arenosa, pero la cabina que tomaba tenía un defecto: aunque cerrara la puerta, cualquiera podría verme de todos modos, pues el sanitario estaba localizado frente a una pared faltante al lado de la puerta inútil. De repente me encontraba con el hermano de Himura y le decía que estaba encantada de verlo pero que por favor me esperara un momento puesto que estaba recién bañada y envuelta en una toalla y debía vestirme. Lo extraño es que en ambas situaciones yo no experimentaba vergüenza.

Alchera #40: Electric Reindeer



Write a nonfiction story of a Christmas when things weren’t as they always had been. Perhaps it was the first Christmas since a loved one passed, the first Christmas since the divorce of your parents, or maybe it was the first time you celebrated Christmas. Take the above option, and apply it to your real life.

Stupid reindeer. They're all over the place, breeding on the yards like glowing hamsters, gazing at us with the faces they lack. We're driving around Dubuque with a bag of grapes in our frozen hands, looking for something to do tonight, December 24th. I remember sunny afternoons back in Colombia in my paternal grandparents' house, cold nights at my maternal grandparents'. Relatives all around, playing the guitar, eating buñuelos and natilla. Christmas is the paradigm of family reunion. But this year that's happening somewhere else on the surface of the planet, and now it's just us, the car, the grapes, Dubuque.

Minori drives around the streets while I gaze through the window. Beyond the reindeer, inside the houses, hundreds of families have gathered to enjoy their feast.

I've never fully adapted to this place. I came here feeling a total stranger, and I'm sure I will leave as such. The frozen river seems like a lulling comfort for a stranded heart, even though the sad gray it's washed in is the same gray in the sky, on the street, under the trees. Everyone must be aware that the world has withered, for a new species has emerged to make up for the lost life. Red, yellow, green lights take the shape of slender furry animals and dominate the hills like ridiculously fierce captains. The car keeps going, we're tourists in a silent safari, and the excitement of danger has become a silly idea in a land where movement has been relegated to a lonely vehicle.

Our fingers are numb, and the grapes we're holding don't resemble Christmas dinner, not even remotely. It's difficult for Minori to understand why tears stream down my face: he comes from a country where December 24th is little more than a night to eat cake and fried chicken. Nobody is going to rescue me from solitude. But sinking inside it, wrapped in layers of silence, won't help either.

"They're all together, and I'm stuck here with a bunch of grapes. Stupid reindeer... They protect them from us, they protect happiness from leaking into us."
"I know nothing about that. If you want to be happy tonight, you will. We'll celebrate at my place."
"Even with nothing more than a bunch of grapes?"

Electric reindeer, gazing at us through a thousand burning eyes, melt into flashes passing by as a car rushes down a highway, by the river, right into the promise of pure bliss. Cake, fried chicken, natilla, grapes, it doesn't matter. Being together with the people you care for, that's all it takes to enjoy an unforgettable Christmas.

Alchera #39: Peto



My mother rescued an old container from oblivion. I saw it on the living room floor while she organized things from the kitchen. It's beige, with a Coca-Cola sign on one side and a Burger King sign on the other. Burger King no longer exists in Colombia; I used to go there with my mother when I was a little child. The container was used to carry peto (a typical Colombian sweet soup) which we bought in Anolaima, the town where our farm is.

When I was a little kid I'd climb into my paternal grandfather's Nissan Patrol and fool around with my uncles while travelling to Anolaima. We went there often. I remember Anolaima as a cloudy town with loads of fog, but many years later the weather changed, and it was quite sunny. You could look at two more towns from our farm. There were oranges and guavas and raspberries growing over there; I loved raspberries.

The peto from Anolaima was exquisite! There were two things we'd never miss on our trips there: pan de maíz (corn bread) in Zipacón and peto in the Anolaima market. You could get lost in the market... so many stands with vegetables and cheap things... But we never bought anything other than peto and fritanga (a compound of fried food; not a pleasant view yet tasty).

I haven't been in Anolaima for a long time. My grandfather sold the Nissan Patrol and got a Mitsubishi. I grew a nose and outgrew my clothes. The raspberry tree was eaten away by weeds. Oranges fall off from the trees, waiting to be eaten by the worms. Childhood is gone and long forgotten in a sea of stupid adult fantasies until it suddenly comes back in a Burger King/Coca-Cola container.

Alchera #38: So Much Beauty Within



Beautiful words

  • Beautiful (English)
  • Tanuki (Japanese)
  • Appropinquate (Latin)
  • Willow (English)
  • Widow (English)
  • Isolée (French)
  • Noyée (French)
  • Fragola (Italian)
  • Sakura (Japanese)
  • Wo (Chinese)
  • Cheio (Portuguese)
  • Discombobulate (English)

Beautiful body parts

  • Female breasts
  • Male backs
  • Hands
  • Japanese eyes
  • Eyebrows
  • Shoulders
  • Many faces

Beautiful flowers

  • Azalea
  • Tulip
  • Magnolia
  • Dahlia
  • Orchid

Beautiful views

  • Madison, Wisconsin, USA, as seen between its two lakes
  • Dubuque, Iowa, USA, as seen from Fenelon Terrace
  • Downtown Bogotá, Colombia, as seen from 30th Ave. & 19th St.
  • Mountains behind Guarinocito, Caldas, Colombia
  • Magdalena River, as seen crossing the bridge to Honda, Tolima, Colombia
  • Napa Valley, California, USA
  • Houses on cliffs in Bodega Bay, California, USA
  • Downtown Chicago, Illinois, USA, as seen at night on a plane
  • Sunset in Puerto Boyacá, Boyacá, Colombia, as seen from my grandfather's farm
  • Mountains surrounding Usme, Cundinamarca, Colombia

Alchera #37: Immaculate



Free-write on this: The perfect man/woman.


You came into my life like any other human being. There is nothing peculiar about our first encounter, there is nothing written on the way you looked that day, how you spoke or didn't speak, what I first thought of you. You were supposed to be one more ghost in a sea of blurred faces.

But you stayed, and slowly, you became solid. Something struck me when we talked, and every time fate reunited us there was more I wanted to keep in my head, more from you... You, ghost, you, drop in the ocean, how did you make me realize you were a new world I wanted to get lost in!

How beautiful it is to picture you.

I think of your blunders, the way you pronounce certain words, your scars, the faces you make at certain occcasions... All these things which are to be totally ignored or be bothered with, they make you perfect. Memories of trouble and subtle happiness together, your voice, your accent, your handwriting, your likes and dislikes, they flow into my brain like loud raindrops and make me long for you. There is nothing fancy about the things that bind us.

It's the details which make you human. It's the details which stain the white napkin of your unexplored eyes. And those stains merge into the brightest of colors, into an unbelievable purity. I yearn for your imperfection, my perfect man, for no matter how much I point at your moles with my finger, all I will be able to see is the smoothness of your immaculate self.

Alchera #36: Un Monde Parfait



If I could change the world to a perfect world...

I think we've done something similar to this in the past--what you would change about the world today to make it a better place, blah blah blah. Instead of going that route, I'm going to ask you to be a little selfish. If you could change the world just for you, what would it be like? Don't think about anyone other than yourself. What would you want the world to be like for you?



  • This world would be entirely peaceful, of course.
  • People could travel anywhere they wanted (no visa required)
  • Good food wouldn't make you fat (or at least it would be cooked in a healthier way which wouldn't alter its flavor)
  • There wouldn't be poverty at all
  • There wouldn't be any stupid people
  • There would be no need to look like someone else to be pretty (anyone could be a model, no need to be a waif to be considered pretty)
  • There would be no racism nor xenophobia
  • Africa wouldn't be regarded just as such, but each country would be recognized as an individual state
  • African countries would be developed, with no hunger problems
  • Charly Garcia (Argentinian singer) wouldn't be regarded as a music god
  • History would not be centered in Europe, but World History would really be World History
  • John Lennon and George Harrison wouldn't be dead, and the Beatles would still be playing
  • All sorts of fruits would be available anywhere in the world
  • Sushi would be cheap even out of Japan
  • There would be no environmental problems
The list may grow, I suppose.

Alchera #35: Cosas que hacer



Somewhere out there in cyberspace is a guy with a lot of ideas. Using him as an example, make a list of things you'd like to accomplish in your lifetime. These can be very simple and very complex. For example, if you hope to go a year without getting a common cold, why not put that on your list? And if you would like to invent a money tree, throw that on there, too. Try for 50 or more, but that's merely a suggestion, not a requirement.

So here they are, things I wish I could do before I die, some of which I know will never ever happen.
  1. Visit Japan
  2. Live in Japan (not necessarily for the rest of my life)
  3. Go back to Dubuque, just to visit
  4. Learn Chinese, Russian, Arabic and Modern Greek
  5. Become fluent in Japanese, French, and Portuguese
  6. Drive a New Beetle
  7. Drive a car again
  8. Eat Peruvian food
  9. Visit Peru
  10. Read lots of Chinese literature
  11. Lend my voice to one of those audio files which come in the Encarta Encyclopedia (preferrably the one reading Sonnet XLIII by Elizabeth Barrett Browning)
  12. Sing in a choir again
  13. Become a famous singer
  14. ... or a famous writer
  15. Become a language and/or literature teacher
  16. Travel around the world and try all sorts of food
  17. Visit Saipan Island (whatever led me to it, I don't know, but now I dream of its image of a lost paradise with charred remains of hell)
  18. See Minori again
  19. See Kotaro again
  20. See Katherine Thornton again
  21. Meet Takami Ei (aka Noppo San)
  22. Learn to ride a bicycle
  23. Learn to skate
  24. Re-read many of the books I've read
  25. Learn to play piano
  26. Make a ragdoll
  27. Make my own dresses
  28. Visit San Francisco again
  29. Live in San Francisco for a while
  30. Roadtrip around the States (if I could get to see every State in the Union, that would be incredible)
  31. Visit Chile
  32. Sing Billy Joel's Honesty in front of a big audience, or in a karaoke bar, who cares
  33. Go to a Billy Joel concert
  34. Write new songs
  35. Write more stories
  36. ... and get them published
  37. Make my own marmalade
  38. Become a tidy person
  39. Stop procrastinating
  40. Visit Himura's bakery
  41. Go to more weddings and dance like hell
  42. Learn to dance good old fashioned rock 'n roll
  43. Keep a healthy weight
  44. Go to a night club (go ahead, call me pathetic)
  45. Keep in touch with all my friends from here and abroad
  46. Learn to knit
  47. Get married (it's okay if I don't, but I really believe marriage is a beautiful yet tough thing)
  48. Wear my hair in a very sixties coiffure, like Barbara Eden in I Dream of Jeannie
  49. Get a much more flexible body (gotta work hard for that, but oh well)
  50. Teach many languages to my children
  51. Visit Saskatchewan and Ushuaia
  52. Meet Bill Murray
  53. Visit Strawberry Field, Penny Lane, and other Beatles related sites (so far I've only been to Haight Ashbury)
  54. Visit Liverpool
  55. Learn to play the sitar
The list may grow.

Alchera #34: Picture Perfect





We're lying on beautiful seashells, sound asleep in a sweet hug. We're framed like a perfect picture, like a poster or a Valentines Day greeting card. Our feet are constantly washed in saltwater, tickling our skin while a gentle breeze turns sunshine into a golden dance on our cheeks. This is a lover's lifetime dream, and it seems to have been granted to us only. It's not the first time something like this happens. Many say I'm lucky.

If only anyone could see that my mind is making faces behind my mask of frozen beauty...—

Are you really sleeping? I've kept my eyes shut for too long, and I see amber sparks everywhere when I turn my blind eyeballs around. You could say I'm dreaming —if you saw me, of course —, but all I can think of are these stupid seashells. They're stabbing my back, disposable daggers from a hidden sea god. I hear you sighing. Is it happiness, or do you feel all that innocent-looking calcium reaching into your flesh too?

I can't breathe too well. I haven't been able to breathe for as long as I've been with you, anyway. Life with you is full of fixed smiles, those which make one's muscles ache while countless cameras are being prepared. My heart feels like it's been smiling all this time, and every beat aches in desperation. Can't anything be imperfect? Can't a day be boring? Can't I spill my coffee— my words—?

Stop holding me. Stop striving to be this picture-perfect boyfriend, full of picture-perfect moments. Stop making every second an everlasting moment. I'll shake the sand off my clothes and walk into reality, where edges are blurred and people stumble when they walk, where oblivion rises along with the sun every morning.