Soñé que hablaba con una japonesa que estudiaba algo sobre Francia. Yo alternaba entre el francés y el japonés (tal como hice hace unos días con el TA de la clase de francés). Tengo la impresión de que realmente hice un esfuerzo por recordar vocabulario en el primer idioma. Un señor me quería regalar condimentos y me preguntaba qué tenía en mi casa. "Nous avons des épices sèches, pas de choses fraiches", respondía yo.
Mi amiga Sandra me llamaba muy contenta a contarme que ya no tenía cáncer. Yo fingía alegría pero me daba pesar: no quería contarle que ella ya está muerta.
Agh, lo tenía más claro hace unos minutos. Ahora solo recuerdo que me caía por unas escaleras entre un montón de cajas de cámaras Canon y que tarareaba "Como un picaflor" de Raúl Santi. Esa canción solo se la he oído a Arhuaco.
Era Navidad y yo estaba con los hermanos de Himura en un parque. Llegaba la novia de él vestida de yukata y yo pensaba "¿además se disfraza de japonesa?" Por alguna razón resultábamos reunidos Himura, sus hermanos menores, la novia, mi hermana y yo. Supongo que era por lo que yo estaba cuidando a los niños. El ambiente estaba lleno de miradas amargas.
De pronto estábamos en casa de mi tía e íbamos a ir caminando a alguna parte, pero mi hermana y yo nos demorábamos en salir porque estábamos viendo a alguien (¿mi mamá?) hacer galletas de fresa en el garaje. Cuando emergíamos nos dábamos cuenta de que Himura y su combo no nos habían esperado. No obstante, los encontrábamos unos pasos más adelante. El hermanito estaba furioso porque se habían ido sin nosotras y su pataleta los había hecho detener.
De pronto estábamos en casa de mi tía e íbamos a ir caminando a alguna parte, pero mi hermana y yo nos demorábamos en salir porque estábamos viendo a alguien (¿mi mamá?) hacer galletas de fresa en el garaje. Cuando emergíamos nos dábamos cuenta de que Himura y su combo no nos habían esperado. No obstante, los encontrábamos unos pasos más adelante. El hermanito estaba furioso porque se habían ido sin nosotras y su pataleta los había hecho detener.
Volvía a Los Andes.
Estaba en un recinto de paredes grises donde escuchaba a la gente hablar de sus proyectos de tesis. De pronto una profesora se me acercaba y me preguntaba que al fin qué pasaba con la mía. Le pedía que me escuchara, le decía que ellos nunca me habían escuchado mientras fui estudiante de allá, que al menos ahora por fin me estaban tomando como miembro del departamento. Le contaba que me había ido en 2006, que todo este tiempo había estado en Japón pero había regresado a terminar. Me preguntaba qué quería hacer y le decía que no estaba segura, aunque tenía un deseo que no me atrevía a manifestar. Mientras hablábamos notaba que la hoja donde alguien había escrito su propuesta de tesis tenía un dibujo a lápiz de Saturno. En la conversación salían a relucir diversos proyectos en los que yo había tomado parte pero que no tenían absolutamente nada que ver con mi carrera y que yo trataba como si no tuvieran la menor importancia para mí.
La profesora se reunía con otros miembros de planta y discutían a ver si me dejaban continuar en la universidad después de todo este tiempo. El veredicto de ellos era que la literatura no era lo mío, que debería dedicarme a otra cosa, que me la había pasado haciendo cosas no relacionadas con el área de estudio, que ni siquiera había sido capaz de decir sobre qué quiero hacer mi tesis. Entonces yo explotaba y les gritaba "¡¡¡QUIERO ESCRIBIR UNA NOVELA!!!"
Se reían de mí y preguntaban sobre qué.
—¡No lo sé! ¡Eso explota en el camino! ¿Nunca han escrito? ¡Podré no saber de literatura pero sé que quiero escribir!
Me ponían a prueba, dándome un plazo para escribir una frase que los conmoviera. Yo asumía el reto, convencida de que lo superaría.
Estaba en un recinto de paredes grises donde escuchaba a la gente hablar de sus proyectos de tesis. De pronto una profesora se me acercaba y me preguntaba que al fin qué pasaba con la mía. Le pedía que me escuchara, le decía que ellos nunca me habían escuchado mientras fui estudiante de allá, que al menos ahora por fin me estaban tomando como miembro del departamento. Le contaba que me había ido en 2006, que todo este tiempo había estado en Japón pero había regresado a terminar. Me preguntaba qué quería hacer y le decía que no estaba segura, aunque tenía un deseo que no me atrevía a manifestar. Mientras hablábamos notaba que la hoja donde alguien había escrito su propuesta de tesis tenía un dibujo a lápiz de Saturno. En la conversación salían a relucir diversos proyectos en los que yo había tomado parte pero que no tenían absolutamente nada que ver con mi carrera y que yo trataba como si no tuvieran la menor importancia para mí.
La profesora se reunía con otros miembros de planta y discutían a ver si me dejaban continuar en la universidad después de todo este tiempo. El veredicto de ellos era que la literatura no era lo mío, que debería dedicarme a otra cosa, que me la había pasado haciendo cosas no relacionadas con el área de estudio, que ni siquiera había sido capaz de decir sobre qué quiero hacer mi tesis. Entonces yo explotaba y les gritaba "¡¡¡QUIERO ESCRIBIR UNA NOVELA!!!"
Se reían de mí y preguntaban sobre qué.
—¡No lo sé! ¡Eso explota en el camino! ¿Nunca han escrito? ¡Podré no saber de literatura pero sé que quiero escribir!
Me ponían a prueba, dándome un plazo para escribir una frase que los conmoviera. Yo asumía el reto, convencida de que lo superaría.
Mi familia y yo íbamos a un restaurante jamaiquino, pero algo me daba rabia y no quería sentarme al lado de mis padres, entonces lo hacía al lado de mi hermana.
Estábamos en casa de mi tía, pero aún era la casa de mis abuelos. A alguien en el piso de abajo le mencionaba que arriba todos dormían (mi hermana y yo habíamos visto a mis padres darse besos, pero el resto descansaba). Yo llevaba un vestido como de niña, y al bajar saltaba del tercer escalón, tal como cuando era chiquita. En el patio había una ventana vieja parada sobre una piedra o un objeto de piedra. Mi primo mencionaba que le daba pesar una ventana que no diera a ninguna parte. A mí me parecía bonita, toda cubierta de musgo y hojas secas oscurecidas por la lluvia.
Alguien se estaba deshaciendo de unos stickers de Raphael. Yo los quería, además de querer una carátula de un disco de él con Gigliola Cinquetti que también había sido abandonada en el patio.
Estábamos en casa de mi tía, pero aún era la casa de mis abuelos. A alguien en el piso de abajo le mencionaba que arriba todos dormían (mi hermana y yo habíamos visto a mis padres darse besos, pero el resto descansaba). Yo llevaba un vestido como de niña, y al bajar saltaba del tercer escalón, tal como cuando era chiquita. En el patio había una ventana vieja parada sobre una piedra o un objeto de piedra. Mi primo mencionaba que le daba pesar una ventana que no diera a ninguna parte. A mí me parecía bonita, toda cubierta de musgo y hojas secas oscurecidas por la lluvia.
Alguien se estaba deshaciendo de unos stickers de Raphael. Yo los quería, además de querer una carátula de un disco de él con Gigliola Cinquetti que también había sido abandonada en el patio.
Soñé que estaba comprando una nueva mochila, y algunas tenían la cara de Juanes bordada. Yo estaba tratando de decidir basándome en la capacidad; quería una grande y cómoda, parecida a la que me compré el año pasado en Hanoi. Me recomendaban una con plátanos verdes en patchwork.
No sé cómo se produjo el salto a quién sabe qué lugar donde me enteraba de que unos estudiantes de animación o algo así estaban renovando TRON, pero como estaban aún en una fase temprana del proceso, algunas escenas habían sido reemplazadas por dibujos en Paint. A mí me parecía un noble esfuerzo.
Y en esas terminaba en la cocina de la casa de mi abuela paterna, quien había hecho galletas. Eran grandes, blanditas y tenían chips de chocolate.
No sé cómo se produjo el salto a quién sabe qué lugar donde me enteraba de que unos estudiantes de animación o algo así estaban renovando TRON, pero como estaban aún en una fase temprana del proceso, algunas escenas habían sido reemplazadas por dibujos en Paint. A mí me parecía un noble esfuerzo.
Y en esas terminaba en la cocina de la casa de mi abuela paterna, quien había hecho galletas. Eran grandes, blanditas y tenían chips de chocolate.
Sala de la casa de mi abuela (ahora de mi tía). Maladjusted y yo. Besos. Mi abuela nos pillaba. Sorprendentemente, nadie ponía problema.
Me quedaba a dormir donde un amigo, pero no sé quién era. Tenía un esfero morado brillante que yo probaba sobre un papel, pero no recuerdo qué escribia. Muy temprano en la madrugada me asomaba a una ventana y veía un cohete despegar. El cielo era de color azul verdoso, muy oscuro. El acontecimiento me dejaba sin aliento.
Estaba con Ovidio en un apartamento bonito de colores cálidos, como que con luz de atardecer sobre adoquines. Creo que lo hacía reír. Le veía la cara muy de cerca. De repente ya no estaba él sino Susan Sarandon, con quien al parecer yo tenía un romance. Me parece que ella estaba un poco escéptica ante mis avances, pero le gustaba estar conmigo. Yo tenía que ir al baño; mientras estaba sentada veía por una rendija a una niña pasar corriendo.
Ahora seguía sentada en una taza, pero ya no en un baño sino en medio del hall de entrada de un centro de convenciones en Tokio. Una señora me preguntaba en japonés si sabía adónde debía ir para quién sabe qué evento y ella hacía un par de preguntas en la recepción. Duraba ahí mucho tiempo sin importarme que todo el mundo me estuviera viendo, pero algo preocupada porque gracias al estreñimiento estaba acaparando el sanitario. De pronto me daba cuenta de que otra vez estaba teniendo un sueño donde estaba estreñida mas no avergonzada en un lugar donde todos me podían ver.
Volví a conciliar el sueño y vi un episodio de una serie animada que, según tenía entendido, era The Simpsons. Homero intentaba ganar dinero de maneras muy absurdas. Por quemarse las manos poniéndolas sobre algún metal al rojo le pagaban ¥490. Entonces salía un pez del agua y el aire se convertía en agua, o al menos se volvía respirable para el pez, y de arriba salía una legión de pastos a perseguirlo. Al parecer ese cambio en la dimensión había sido culpa de Homero. Ese era el final del capítulo y el pez nadaba rapidísimo hasta convertirse en el logo de la productora de televisión.
Ahí sí desperté.
Ahora seguía sentada en una taza, pero ya no en un baño sino en medio del hall de entrada de un centro de convenciones en Tokio. Una señora me preguntaba en japonés si sabía adónde debía ir para quién sabe qué evento y ella hacía un par de preguntas en la recepción. Duraba ahí mucho tiempo sin importarme que todo el mundo me estuviera viendo, pero algo preocupada porque gracias al estreñimiento estaba acaparando el sanitario. De pronto me daba cuenta de que otra vez estaba teniendo un sueño donde estaba estreñida mas no avergonzada en un lugar donde todos me podían ver.
Volví a conciliar el sueño y vi un episodio de una serie animada que, según tenía entendido, era The Simpsons. Homero intentaba ganar dinero de maneras muy absurdas. Por quemarse las manos poniéndolas sobre algún metal al rojo le pagaban ¥490. Entonces salía un pez del agua y el aire se convertía en agua, o al menos se volvía respirable para el pez, y de arriba salía una legión de pastos a perseguirlo. Al parecer ese cambio en la dimensión había sido culpa de Homero. Ese era el final del capítulo y el pez nadaba rapidísimo hasta convertirse en el logo de la productora de televisión.
Ahí sí desperté.
Anoche soñé que nadaba en un tanque gigante rodeada de animales acuáticos de todos los tamaños y colores, incluyendo un cachalote. Creo que había un koi gigante también. Yo los alimentaba con ostras pequeñitas que lanzaba en todas direcciones a ver qué criaturas las atrapaban. Estaba sola en ese deber, y era inmensamente feliz.
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