Soad y yo estábamos en la cocina de la casa en Bogotá. Yo llegaba con una bolsa de pescado para cocinar pero me daba cuenta de que los peces aún estaban vivos. Eran amarillos con blanco y negro. Cada uno estaba en una bolsita individual con agua. Soad decía que era una crueldad matarlos. Yo le decía que necesitábamos entonces un acuario y ella quién sabe de dónde sacaba instantáneamente un acuario grande y lo ponía en el piso. Lo llenábamos de agua y metíamos un par de peces a los que se les habían reventado sus respectivas bolsas. Desplegaban unas aletas hermosas como las bailarinas y cambiaban de color, pero no duraban mucho y al cabo de unos minutos ya estaban nadando de lado. Yo recordaba del manual de cría de peces que leía y releía cuando chiquita que había que dejarlos en el agua pero dentro de la bolsa durante media hora (no sé si esa es la cifra real) para que se aclimataran, así que metíamos todas las bolsitas en el acuario. Creo que después había una discusión de las cosas que podían pasar y las que no podían pasar cuando uno sabía que estaba soñando. En la cocina todo era oscuro y azulado.

Después soñaba que Yoshihara Sensei me ponía sobresaliente en mi independent research paper con una nota que explicaba que el trabajo estaba muy bien hecho pese a no haberme encontrado con ella para asesorías ni una sola vez.

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