Iba con Cavorite por una ciclorruta en bici. Le decía que me hacían falta sus besos. Me besaba. Me besaba el lunar. Me daba pena porque había gente alrededor. Estaba contenta.

Estaba en un restaurante grande y muy fino donde vendían bagels en Bogotá. Pedía un sampler de muchos sabores que había comido la última vez que había estado allí, pero ya no lo ofrecían. Hacía énfasis en que quería un bagel de algún sabor ácido. También pedía una bebida como de té con chocolate. Recordaba los de fresa con sour cream que sobraban de los eventos en Loras. La cuenta salía por $28800, pero no estaba segura de si me habían cobrado o no. Me sentaba a comer y por un momento pensaba que me habían robado la billetera, pero no. El bagel sabía a salmón. Disgusto.

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