Esto es lo que soñé anteanoche:

Me estaba quedando en un cuarto de hotel junto a otras personas (niñas como de 18-20 años) y tenía un examen de biología que presentar en una hora. En vista del tiempo que me quedaba y que no había nadie en el cuarto, invitaba a Cavorite. Sin embargo, no todo era felicidad, pues sin haber empezado siquiera nos dábamos cuenta de que una niña se había quedado dormida y aún seguía en la habitación. Chasco. Y encima se me hacía tarde para el examen. Agh.

La niña dormida, por cierto, resultaba ser un contacto de Twitter. Tenía las piernas extremadamente peludas.


Estaba en un centro comercial gigantesco lleno de escaleras eléctricas. Tras subir y subir hasta el piso más alto, empezaba a bajar en toboganes, o más bien escaleras resbalosas que me gustaba bajar sentada como si lo fueran. Encontraba a mi hermana en un corredor del piso más bajo y algo comentábamos. Luego subía escaleras de nuevo y llegaba a una estación de monorriel ubicada dentro del mismo centro comercial. Ahí estaba Ovidio. Quedábamos en salir al día siguiente. Se montaba al monorriel y se iba. Lo veía alejarse, contenta de saber que lo volvería a ver. Entonces empezaba a bajar unas escaleras.


  1. Se partía la punta del enchufe de los parlantes de mi computador, dejándome sin buen sonido para el computador. Frustración y mil intentos inútiles de pegarlo esperando que las dos partes milagrosamente se fundieran uniéndolas con fuerza.
  2. Hacía fila con Ovidio en la sección de migración de un aeropuerto, saliendo de algún país. Era una fila larga, larga, larga, como cuando uno viaja desde Estados Unidos y tiene que pasar por donde hay que quitarse los zapatos y todo el mundo viaja al mismo tiempo. Le daba un beso en la mejilla. Estábamos contentos. Al despertar me di cuenta de que solo en el sueño había podido recordar bien su voz.


Tengo la impresión de que primero había estado en la cafetería del colegio, pero no recuerdo qué había comido. Lo que sí recuerdo claramente era que estaba en el USS Enterprise y hablaba con el señor Spock. Le preguntaba cómo era que se llamaba el personaje de William Shatner (James T. Kirk, recordé al instante cuando desperté), pero ninguno de los dos se acordaba. Yo mencionaba a Ryker, pero ahí mismo decía que no podía ser porque era de Star Trek: The Next Generation. No obstante, Spock —no Leonard Nimoy, ¡Spock!— hacía una imitación muy divertida de Kirk y me hacía reír. Yo comentaba que alguna vez Chekhov fue mi miembro favorito de la tripulación mientras pensaba que ahora definitivamente tenía que ser Spock.

De pronto en RCN salía un homenaje a mi mejor amiga del colegio que supuestamente había muerto. Yo no lo podía creer, primero que todo porque había hablado con ella el día anterior (cosa que no he hecho en realidad) y, segundo, porque ella no había nacido en 1958.


Viajaba. No sé dónde estaba, pero pronto tendría que tomar un avión y estaba escogiendo la ropa que usaría entonces. Mi mamá y mi hermana querían que me pusiera unos jeans verde pasto, pero al fin yo me decidía por un jumper de jean que no tengo en la vida real.

Cambio de escena. Caminaba a lo largo de una vía férrea, en un paisaje parecido al del norte de Bogotá (árboles altos y casas de ladrillo). Pensaba en el regreso a no sé dónde. Veía pasar un tren. Pensaba que cuando Cavorite regresara también tendría que tomar el tren local y se demoraría mucho más.


Hoy hice un gran esfuerzo por recordar lo que soñé anoche. Tenía más o menos una idea, pero me puse a hablar con Cavorite y se me olvidó. Bueno, en realidad no es que tuviera una idea de lo que soñé sino de un par de detalles sueltos que vi en duermevela y que noté cómo se iban borrando a medida que yo me ponía a pensar en el concierto de anoche (wow, Franz Ferdinand, wow!). No voy a hacer demasiado esfuerzo por recordarlos, porque lo más probable es que termine inventándomelos. Lo que sí sé que vi en un estado más profundo (me acordé de repente mientras charlaba) fue que tenía una llamada entrante en Skype de parte de Himura, lo cual se me hacía rarísimo. Creo que alcanzaba a contestar y decir "hola", pero no más.


No estoy recordando mis sueños últimamente. Creo que tengo la mente ocupada en las cosas buenas que me están sucediendo en vigilia.

El viernes antepasado soñé que no le había explicado bien a Cavorite—quien se estaba quedando en mi apartamento—cómo era que se usaba mi lavadora, por lo cual él no podía lavar su ropa. El asunto me preocupaba hondamente.